lunes, 31 de julio de 2017

UN CUENTO DE VERANO: LA MASCOTA


                                                 
La pantalla del móvil se iluminó al sonar la alarma. Eran las siete y media de lunes, primer día  después de su promesa. Álvaro, de nueve años, se levantó sin pereza. La cara también encendida de ilusión. Tras asearse, se vistió rápido con la ropa que tenía preparada. “Mami, mientras me preparas mi “desa”, saco a Tarzán”.  “De acuerdo, cariño, no tardes”. Después  la madre lo llevó al colegio.
 Al volver, antes de comer, realizó la misma tarea, que  repitió  antes de acostarse. Tres veces, pues, al día. Así, cuatro días más hasta el viernes. Claro que en sus ojos había menguado la luz con el paso de las jornadas, a causa del “sacrificio” por la  aburrida obligación.
Sin embargo, la cosa se aceleró  la mañana del sábado, aún en tiempo de promesa. A las once y media, María, la madre, no conseguía levantarlo “ Hijo, Tarzán te espera para que lo saques”.- “Déjame, tengo sueño”.- respondió. “Anda, haz un esfuerzo, sólo te quedan dos días”.- insistió ella. “Sácalo tú, ahora,”por fa”.Yo lo haré después”-dijo “Pero…. vale, espero que cumplas”.- refunfuñó la pobre. Y llegó la tarde. “ Álvaro,  te toca”.-  “Es que he quedado con mi amigo Miguel para jugar a la consola. Lo haré esta noche”.-  “¡Vaya, otra  vez ¡” . Y llegó la noche. “ ¿ Alvarito...?”…- . “Mami, es un rollo y estoy cansado”.-  “¿Sí? Entonces como no has cumplido…¿ sabes lo que toca? No habrá perrito”.-  “ Me  da igual”.- contestó él.
 El niño, Álvaro, llevaba mucho tiempo  insistiendo cansinamente(cosa habitual en los niños cuando quieren algo) a su  madre en que quería un perro. Ésta, tras reiteradas explicaciones  de que  era un ser vivo, no un juguete, y que su tenencia implicaba ciertas responsabilidades,  le  dijo que accedería  al deseo con una condición. Debería superar una prueba. Durante una semana entera  tendría que sacar, tres veces al día, a un perro imaginario. Incluso le puso un nombre  “Tarzán.” . Al pequeño Álvaro le faltó tiempo para contestarle: “Sí, sí,  la superaré”.- Algo que, como saben, no ocurrió.

Durante las vacaciones de verano muchos  perros, gatos y otras mascotas  son abandonados. “Entraron” en los hogares  por el capricho de niñitos irresponsables. Después ni ellos ni sus progenitores estuvieron dispuestos a “sufrir” la carga y optaron por esta cruel decisión. La madre del cuento, al menos,  evitó la “entrada” con su ocurrencia. .

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