sábado, 16 de septiembre de 2017

C O N F U S I Ó N


    
No entendía nada. Las evidencias no eran evidentes. El corrupto-ladrón no era confirmado. Sino eternamente presunto. La emoción (“los míos y mi tribu” por encima de la ética, la honestidad) derrotaba  a la razón. La “era de la post-verdad”, se decía.
¿Era algo totalmente nuevo? No. La eterna resistencia del “status quo”.La mentira y la manipulación habían existido siempre para conseguir y mantener el poder. La novedad, la diferencia terrible, en este tiempo, es, que con el uso maléfico de las  nuevas tecnologías,  se conseguía “infectar”, en una gigantesca amplificación, a grandes masas carentes de sistema inmunológico para resistir el ataque de estos “virus”.Pensaba que  el progreso  había sido un regalo envenenado. Que tras esa etapa feliz, de bienestar engañoso, parecía asomar algo terrible. Una negritud apocalíptica que le sumía  en  un pesimismo trágico. Sentía que le cabía el “honor” de participar en el final, esta vez sí, de la historia. 
Era cuestión de tiempo. No mucho. La aventura prometeica llegaba a su fin. ¡Qué ironía! Todo había empezado con el fuego. Y ahora, al jugar con él, llegaba irremisiblemente la catástrofe. Sería de nuevo el tiempo de los dioses. La humanidad  se difumaría como si nunca hubiese existido 

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