D. José fue el primero que le mencionó a un tal Giner de los
Ríos, que había abogado por ese método, más natural, a finales del siglo XIX.
María, ahora ella también maestra, reflexionaba sobre todo
esto, mientras contemplaba a niños y niñas juguetear juntos, durante el recreo.
A su cabeza venían las palabras de su
alumna preferida, Leonor, en un debate sobre el Día de La Mujer .Con más ingenuidad
que escepticismo, le había dicho: “Maestra mi madre trabaja fuera, pero sigue
haciendo todas las labores de la casa”.
Sí .Habían cambiado cosas, pero quedaban otras por hacer. Una
tarea que como la de Sísifo, parecía eterna. La niña llevaba razón pero, lamentablemente, pensó María, los
nubarrones negros cargados de religiosidad que aparecían por el horizonte no favorecerían ese empeño. Ahí
estaba la historia.
PACO
HERNÁNDEZ
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