sábado, 8 de julio de 2017

CONFESIONES DE UNA PALOMA ANILLADA


CONFESIONES DE UNA PALOMA ANILLADA                                                          


Aquel día  P  recibió una sorpresa. La paloma con la que había  establecido una relación impensable tiempo atrás-de lo cual se sentía muy orgulloso-iba a revelarle una nueva y desconocida dimensión. Él, aprovechando esa mayor cercanía, le había dirigido  largos monólogos llenos de socarronería: “¿Qué, otra vez aquí tan temprano? ¿Es que te echan de tu casa? ¿No te quieren allí?” y cosas parecidas, que la pobre paloma aguantaba  “impenitente” moviéndose, nerviosa, por el borde de la pared de la terraza, mirándolo de lado, aún no muy segura de sus intenciones.
 Esa mañana ocurrió algo increíble. Antes de que P comenzara otra vez con sus pesadas chácharas empezó a oír unos sonidos, diferentes a los habituales, que salían del pequeño ser. ¡No podía ser! ¡Eran palabras perfectamente reconocibles!  ¡Le hablaba a él!
 “¡Eh, tú, sabiondo¡ Hoy te toca  escuchar a ti. Nosotros, gorriones, tórtolas, mirlos y yo misma, venimos a esta terraza por Ella, que es para nosotros como una madre y hermana al mismo tiempo. No te enfades ni tengas celos. Nos alegramos de tu nueva actitud, pero no eres Ella. Perdona la sinceridad. Su comunión natural compartida es diferente. Tú estás lejos. Ella nos siente. Como siente las plantas, todas, incluidas las de sus macetas de esta terracita. Como siente la lluvia ¿Nunca te has preguntado porqué te exige que dejes un poco abierta la hoja de la cristalera que comunica salón y terraza? Es para oír el maravilloso canto de las gotas cuando llueve. Tú has mejorado mucho. No desesperes porque los gorriones, siempre asustadizos, salgan disparados cuando te notan. Si sigues por ese camino todo llegará.” Y la paloma siguió su parlamento ante un alucinado P.

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 Él la estaba mirando a través de la cristalera. Era un día lluvioso. Tras haberse aseado, levantando graciosamente el ala para que le entrara bien el agua en la zona, daba cuenta compulsivamente de los trocitos de pan. Durante algunos días había faltado a su cita.
Quizás el extraño sueño que tuvo recientemente P se había gestado en la preocupación por su ausencia. Quién sabe.   

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