“No pienses, sino mira”
L.Wittgenstein
Extraordinariamente
dotada para sentir el mundo, aunque con carencias para definirlo _ni voluntad
de interpretarlo-, salía, todas las mañanas, a su terraza del ático. Ésta no
era grande y las plantas tenían un claro protagonismo, en macetas de diferentes
tamaños y con enredaderas en las paredes. En un rito habitual, repartía
trocitos de pan mojado para los exigentes y ruidosos gorriones. Entre todos
ellos, llamaba la atención uno, por la
graciosa blancura del plumaje en su cola. Yo, que los miraba alguna vez, no
había reparado en él. Era evidente que nuestro mirar era diferente. Ella tenía una natural empatía con cualquier
animal o planta. Algo telúrico. Más de una vez, la veía hablarles y ¡ hasta
parecía que le respondían!
Aquella
mañana la noté preocupada. Llevaba
tiempo sin ver al de la pluma blanca. Bromeando, le dije que, si quería,
pondría un aviso de que premiaría con ración doble al compañero que diera
noticias sobre él. Con su laconismo, a veces irritante, me espetó: “Ya lo estás
poniendo”.Le hice caso. Y una semana más tarde, notándola alegre, le pregunté la razón de su buen ánimo. Me
contestó:”Ha vuelto”.
La
terracita no sólo era un hábitat atractivo para los gorriones. Otras aves se
sentían a gusto en ella. Una paloma
anillada, de algún vecino, prefería el lugar. Era un poco abusona con
los pobres gorrioncillos, al impedirles acercarse, cuando ella estaba. También
la visitaban la pareja de tórtolas vecinas que nos despertaban en la madrugada
con sus arrullos, posadas en una antena del colegio de al lado. Hasta a las
avispas les encantaba el sitio para formar sus panales. Era seguro que ella
tenía algo que ver con el hecho. Con esa especie de duende que habitaba
allí y que creaba una atmósfera
positiva.
Recordé una
fábula oriental que había leído en algún sitio. Un maestro budista le mostraba
una flor a un discípulo.”Ves –le dijo-, esta hermana rosa, tiene una vida como
nosotros. Empápate de su fragancia sin tocarla. Ámala, respetándola. Huye de la
razón que la asesina, curiosa por saber su composición”.Ilustraba su actitud.
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